Visitar Lisboa te puede llevar poco tiempo o mucho: todo depende de tu velocidad y ritmo…
Pero de una u otra forma, tarde o temprano necesitas comer, descansar, sentarte, rumiar lo que has visto, lo que has sentido…
Velha Gaiteira
Nosotras encontramos este local, de casualidad… Era de noche y llovía. A pesar de todo, nos resistíamos a volver al hotel… Un cartel iluminado, letras blancas sobre fondo negro: sencillo, elegante… nos asomamos… entramos.
Espacio amplio, abierto, un sofá, sillones… me recordó al sofá de una de mis series preferidas, “Friends“. Totalmente hipnotizadas por el ambiente acogedor, intentamos disimular nuestro cansancio mientras nos acercabamos al sofá rojizo que nos llamaba a gritos.
Unos cafés, un gin-tonic, un licor de cereza… Tranquilidad, risas, recuerdos del día y… ¡¡¡wifi!!!
Descubrir un rincón tan encantador y donde se escucha hablar castellano mientras te tratan con cariño y complicidad, sienta a gloria.
Una familia extremeña emigró en busca de la prosperidad y se han hecho un hueco en la cercana Lisboa. Desde desayunos, pasando por tapas, bocatas, comida española/vasca, hasta copas tranquilas en la noche…
Y por lo que cuentan en TripAdvisor, no lo están haciendo demasiado mal.
Nos fuimos al hotel muy contentas y pensando que habíamos encontrado un lugar digno de compartir y repetir.
Rua das Pedras Negras, nº 17
Cerca de la Catedral de Santa María de Lisboa